Eres el latido nº

miércoles, 8 de junio de 2011

Para ti.

Te lo digo ahora a la espera de lo que pueda pasar o me lo guardo intentando acallar las voces que combaten en mi cabeza. Estas voces que gritan solo para hablar de ti.


Esperando a que mi corazón te reemplace estoy, así tal vez consiga estabilizar mi cuerpo al verte sin tener que contener las tremendas ganas que invaden todo mi ser, esas ganas que me incitan a saltarme las reglas, a cruzar esa línea prohibida; para correr hacia ti y abrazarte como nunca lo han hecho. Pero abrazarte para no dejarte ir.


Quisiera que me quieras tanto como yo a ti. ¿Lo haces? Vale. Especifico, quisiera que me quieras de la misma forma. ¿Cómo un amigo? No. ¿Cómo un hermano? No. No lo entiendes o no quieres entender. Tal vez me equivoque y el que no quiere entender aquí soy yo.


Una y otra vez lo intento, de verdad de la buena, intento ver las cosas de otro modo. Mirarte de otra manera. Pero, desgraciadamente, hay algo que me impide ver la realidad. Como dicen por ahí, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, ese debo de ser yo.


Intento olvidarte, pues lo que deseo es imposible. Nada es imposible me dicen, eso solo es una mentira para alimentar a la esperanza, les digo. Esas pequeñitas mentiras indoloras a las que el ser humano, por necesidad, se aferra a ellas.


Enamorado. Es la primera vez que por alguien digo esa simple palabreja de gran significado. Se podría decir que eres mi primer amor ¿no? Que bonito suena pero que desgarrador es.


¿Rendirme? Sí. Es la mejor opción, todos lo sabemos. Pero mi mente sigue siendo sumisa ante el dominante corazón que se niega a dejar de quererte a pesar del dolor.


Obviamente no voy a luchar, pues no me quedan fuerzas para dar. Simplemente dejaré pasar el tiempo que, posiblemente, sea la única cura para este tormento. 





Posdata: Te quiero.

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